Este desolado amago de llanto, este irme en bordes
-agua, ademán ausente-
Es mi intento de frecuentarte con risa,
Y andar por calles tuyas, niño naranjo tren.
¿Qué dentro cielo me hurga la tristeza?
-susto de pie en día inevitable-
Yo entrando a tu nombre de urgencia y desafío,
Aprendo una canción que mantiene y endulza.
Voz tocada en apenas propósito marino,
Lento tanteo mío para huir conservando
El gusto de tu estar, una costumbre en casa.
Ahora, que tengo la cara frecuente y encendida,
Voy en oferta –labio puntual, lengua despierta-
Hacia tu crecimiento ya breva, ya panal.
Pero ¿dónde sucede tu aire repentino, tu encía
Dulce animal, tu piel afirmativa?.
¿Dónde te llueve la pena arrinconada y quieta?
Juan José Hernández
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