Llueve y tú dices es como si las nubes
lloraran.
Luego te cubres la boca y apresuras
el paso.
¿Como si esas nubes escuálidas lloraran?
Imposible.
Pero entonces, ¿de dónde esa rabia,
esa desesperación que nos ha de llevar a todos al diablo?
La Naturaleza oculta algunos
de sus procedimientos
en el Misterio,
su hermanastro.
Así esta tarde
que consideras
similar a una tarde del fin del mundo
más pronto de lo que crees te parecerá
tan sólo
una tarde melancólica,
una tarde de soledad perdida
en la memoria:
el espejo de la Naturaleza.
O bien
la olvidarás.
Ni la lluvia, ni el llanto,
ni tus pasos
que resuenan
en el camino del acantilado importan;
Ahora puedes llorar
y dejar que tu imagen se diluya
en los parabrisas
de los coches estacionados
a lo largo
del Paseo Marítimo.
Pero no puedes perderte.
Roberto Bolaño
****
No hay comentarios:
Publicar un comentario