sábado, 18 de febrero de 2012

Lluvia




Llueve y tú dices es como si las nubes lloraran. 
Luego te cubres la boca y apresuras el paso. 
¿Como si esas nubes escuálidas lloraran? 
 Imposible. 
Pero entonces, ¿de dónde esa rabia, 
 esa desesperación que nos ha de llevar a todos al diablo? 
 La Naturaleza oculta algunos 
de sus procedimientos en el Misterio,
 su hermanastro. 
Así esta tarde que consideras 
similar a una tarde del fin del mundo 
más pronto de lo que crees te parecerá
 tan sólo una tarde melancólica, 
una tarde de soledad perdida en la memoria: 
el espejo de la Naturaleza. 
O bien la olvidarás.
 Ni la lluvia, ni el llanto, 
ni tus pasos que resuenan 
en el camino del acantilado importan; 
 Ahora puedes llorar 
y dejar que tu imagen se diluya en los parabrisas 
de los coches estacionados 
a lo largo del Paseo Marítimo. 
Pero no puedes perderte. 


 Roberto Bolaño



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