Me enamoré de ella –perdidamente, como se dice- de pie sobre el respiradero del subte, volándosele las faldas, el pelo platinado y los labios carmín. Un día me tomé una caja de barbitúricos, mientras ella fornicaba con el hombre más poderoso de la Tierra.
Ni vino al funeral.
Norah Scarpa Filsinger
[“Cuentas de maíz”]
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