Ma très chère,
Tristísimo día en
que te telefoneé para no escuchar sino voces espúreas, indignas, originarias de
criaturas que los hacedores de golems hacían frente a los espejos .
Pero vos, mi amor,
no me desmemories. Vos sabés cuánto y sobre todo sufro. Acaso las dos sepamos
que te estoy buscando. Sea como fuere, aquí hay un bosque musical para dos
niñas fieles: S. y A.
Escribime, la muy
querida. Necesito de la bella certidumbre de tu estar aquí, ici-bas pourtant
[aquí abajo, sin embargo]. Yo traduzco sin ganas, mi asma es impresionante
(para festejarme descubrí que a Martha le molesta el ruido de mi respiración de
enferma) ¿Por qué, Silvina adorada, cualquier mierda respira bien y yo me quedo
encerrada y soy Fedra y soy Ana Frank?
El sábado, en
Bécquar, corrí en moto y choqué. Me duele todo (no me dolería si me tocaras –y
esto no es una frase zalamera). Como no quise alarmar a los de la casa, nada
dije. Me eché al sol. Me desmayé pero por suerte nadie lo supo. Me gusta
contarte estas gansadas porque sólo vos me las escuchás. ¿Y tu libro? El mío
acaba de salir. Formato precioso. Te lo envío a Posadas 1650, quien, por ser
amante de Quintana, se lo transmitirá entre ascogencia y escogencia.
Te (les) envié
aussi un cuaderniyo venezol-ano con un no sé qué de degutante [desagradable]
(como dicen Ellos). Pero que te editen en 15 días (…) Mais oui, je suis une
chienne dans le bois, je suis avide de jouir (mais jusqu’au péril extrême)
[Pero sí, soy una perra en el bosque, ávida de gozar (pero hasta el peligro
extremo)]. Oh Sylvette, si estuvieras. Claro es que te besaría una mano y
lloraría, pero sos mi paraíso perdido. Vuelto a encontrar y perdido. Al carajo
los greco-romanos. Yo adoro tu cara. Y tus piernas y, surtout tus manos que
llevan a la casa del recuerdo-sueños, urdida en un más allá del pasado
verdadero.
Silvine, mi vida
(en el sentido literal) le escribí a Adolfito para que nuestra amistad no se
duerma. Me atreví a rogarle que te bese (poco: 5 o 6 veces) de mi parte y creo
que se dio cuenta de que te amo SIN FONDO. A él lo amo pero es distinto, vos
sabés ¿no? Además lo admiro y es tan dulce y aristocrático y simple. Pero no es
vos, mon cher amour. Te dejo: me muero de fiebre y tengo frío. Quisiera que
estuvieras desnuda, a mi lado, leyendo tus poemas en voz viva. Sylvette mon
amour, pronto te escribiré. Sylv., yo sé lo que es esta carta. Pero te tengo
confianza mística. Además la muerte tan cercana a mí (tan lozana!) me oprime.
(…) Sylvette, no es una calentura, es un re-conocimiento infinito de que sos
maravillosa, genial y adorable. Haceme un lugarcito en vos, no te molestaré.
Pero te quiero, oh no imaginás cómo me estremezco al recordar tus manos que
jamás volveré a tocar si no te complace puesto que ya lo ves lo sexual es un
“tercero” por añadidura. En fin, no sigo. Les mando los 2 librejos de
poemúnculos meos –cosa seria. Te beso como yo sé i a la rusa (con variantes
francesas y de Córcega).
O no te beso sino
que te saludo, según tus gustos, como quieras.
Me someto. Siempre
dije no para un día decir mejor sí.
Ojo: esta carta tu
peut t’en foutgre et me répondre à propos des [podés meterte esta carta en el
culo y contestarme acerca de] hormigas culonas.
Sylvette, tu es la seule, l’unique. Mais ça il faut le dire:
Jamais tu ne rencontreras quelqu’un comme moi –Et tu le sais (tout) (Et
maintenant je pleure.
[Sylvette, sos la sola, sos la única. Pero es necesario
decirlo: nunca encontrarás a nadie como yo. Y eso lo sabés (todo). Y ahora estoy
llorando]
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