Un frío y lluvioso día de
invierno enmarcando la tarde; en la vereda de cemento mojado, dos artistas que
sienten en la tristeza del clima hostil la necesidad de manifestarse….
Uno, bajo una capa con capucha, trata de plasmar el paisaje en su pintura de trazos indefinidos, acomodado frente a su caballete…
El otro, un contrabajista que espera a quien le prometió que pasaría a buscarlo. Los músicos sienten a sus instrumentos como parte misma de su cuerpo… como extensiones de sus brazos y su corazón… Es por eso que sin dudar, con el único paraguas que lleva en sus manos, el músico proteja al erguido contrabajo en lugar de a sí mismo…. La lluvia lo traspasa… pero a él parece no importarle, pues su contrabajo está a salvo.
Nancy Ocampo
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario