No hay aquí un dolor que no cupiera.
Un desgañitarse el grito hacia adentro.
Un vomitar arqueando la oquedad
de este cuerpo tan flaco.
Un regar con agua el infierno de esas brasas.
Un soplar un viento
que me lleve muy lejos.
No hay aquí nada que no hubiera
de ser tan vivo
morirse tanto.
María Belén Aguirre
*Una fotografía de Daniel Burgos.
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