Yo no quiero
morirme y dejar que los gusanos roan mis vísceras. No quiero que mis ojos
pulvericen la rosa. Ni escribir, quiero, mis últimos versos en una sala blanca,
llena de locas. No quiero que el chaleco me apriete tan fuerte. Me duelen (y
mucho) las costillas estas. No quiero a Mañuco regalándome flores por lástima.
Ni a Silvinita quiero eligiéndolo siempre a Adolfito. Las sobras, no. Tampoco
quiero.
No quiero este amor
aséptico que hago con las letras. Ni a mi madre en la puerta vigilándome el
sueño.
Yo quiero estarme
así, tranquila. Pasearme en bicicleta Buenos Aires. Estrenar mis zoquetitos
floreados, hacer dibujitos, ir al zoológico, las horas libres.
Yo quiero una
muñeca muy vieja de trapo a quien poder golpear cuando haga falta.
María Belén Aguirre
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