Y te busqué, mi estúpido, con denuedo entre las sábanas de esa cama, en los anaqueles incrustados de tu cuarto y entre tus libros, en la maleza indómita de tu pelo y en el filo de tu lengua la noche del oprobio. Y tampoco allí estabas.
Para perderte, he debido antes encontrarte.
María Belen Aguirre
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